2003, Madrid

EL PUNTO DE LAS ARTES  – 11 de Septiembre de 2003

Galería Dionís Bennassar

 

PINTURAS DE FUENTE GÁRATE

 

El hecho de expresarse resulta ser una manifestación acerca de algo que no es causa y efecto sino una misma cosa. Ese gesto lleva en sí una trama, un asunto abiertamente expuesto o indescifrable que lo convierte en consecuencia del acto reflexivo.

Contrariamente a lo que pudiera pensarse, la obra de Fuente Gárate (San Sebastián, 1950) mantiene en sus líneas de acción un hilo conductor que es asunto en sí mismo: la riqueza de la pintura. Así se halla fuera de toda localización y todo lo que no sea esa esencia es terreno reservado al autor. Una especie de nutriente al que somos ajenos, pero a través del cual se sensibiliza para que esa “manera” que tiene de expresarse desde el gesto y la componenda de fuerza inequívoca, llegue al espectador libre de cargas y lastres a propósito de realidades vistas desde el tamiz de lo pictórico. No. En su obra FG pinta la pintura, prima y es única la convulsión pictórica. El ejercicio, las formas resultantes, son narración, trochas marcas y espacios sólo posibles en la pintura.

En ellos el autor vertebra toda una serie de códigos, que muy bien podrían adquirir carácter simbólico. Un hecho éste, que hilvana levemente con la razón. No para descifrar, sino para comprender esa distancia que une y separa una realidad y otra.

De tal forma es el suyo un trabajo incisivo, virulento en ocasiones, razonado desde la emoción y con pocas concesiones a la dulzura externa, aún cuando eso sea lo que borra las huellas de los desgarros emocionales que nos parecen sus obras sin  posibilidad de quietud. Y es que la pintura de FG se recorre, se camina por sus múltiples rincones para descubrir las fronteras coloristas formando rincones, sesgos, impactos o descendimientos meteóricos en continuo contraste de luz y formas sobre el espacio pictórico, en un delirio de arquitectura informal.

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